Por Ana Maria Salas
Hay quien decide ser escritor, como elegir ser médico
o abogado, a otros el destino o las circunstancias los llevan a escribir como
un trabajo de oficina, es el modo de ganarse el sustento y, de alguna manera,
como ser obrero o practicar cualquier profesión u oficio. Sin embargo, para los
verdaderos escritores, sean famosos o no, la escritura es la necesidad vital
como respirar; sólo a través de las palabras encuentran la razón de su
existencia.
¿Por
qué escribir?
Primero que nada, soy lectora, pues
es esta afición la que despierta la inquietud de también ser capaz de crear
cosas, situaciones, aventuras de seres reales o imaginados. Y de descubrir el
placer de tejer tramas; desenredar las vidas y los misterios de los
protagonistas.
Quiero saber cómo contar. Lo
imaginado y los recuerdos pueden ser lo mismo, volver a vidas anteriores,
reales o no. Llegar a dominar ese caudal del río que es una historia; mover esa
corriente con la verdad o la exageración. Aprender a unir ese lazo del cerebro
a la mano, que tiene el poder de mejorar lo ameno y lo trágico, algo que la
palabra hablada no tiene; lo dicho ya se escuchó y al escribirlo existe la
oportunidad de acorazarlo; darle otro matiz. Que la realidad sea más real aún
cuando sea imaginada.
La hoja y la tinta pueden salvarme
de la cotidianeidad. Lograr recordar vivencias y anécdotas, inventarme gente y
mundos que me emocionen y relatarlas es una opción excelente para descubrir un
universo nuevo.
Lo mejor de contarse historias una
misma es: que el tiempo se diluye y creo que no pasa tan rápido; lo puedo
detener o apresurar. Esos poderes que da la escritura son el atractivo más
apasionante que tiene para mí escribir.
Crecer y contar.
Marzo de 2017
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