Por Irma
Celaya
Escribo para vaciar mis pensamientos, para aquietar mi
mente. Hablo de lo que quiero y de lo que siento, de lo que me hace llorar y
por quién suspiro.
Escribo porque deseo ser escuchada, si tengo una
protesta o algo que gritar.
Gracias Dios, por mis manos, por haber aprendido las
letras, porque tengo una pluma y un papel.
Me siento libre y experimento.
Aquí se queda la soledad, la angustia, la euforia.
Aquí logro dormir, plasmar mis sueños, mi desamor.
Yo decido el final, dejo mis traumas y caprichos; mis
carencias y mis miedos.
Escribo sobre la vida, poesía, cuentos, historias.
Me abandono, me desnudo.
Gozo, me desangro.
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